31 mar 2008

El fin de la Historia y el último hombre


Esta entrada es una breve reflexión y/o comentario acerca del pensamiento del autor Francis Fukuyama
Las tesis de dicho autor están extraídas de dos fuentes: El ensayo titulado ¿El fin de la Historia?, que escribió para The National Interest en 1989, y el libro titulado El fin de la Historia y el último hombre de 1992, origen del cual se encuentra en el artículo, por el gran revuelo mundial que causó.
Estas dos fuentes existen gracias a la invitación hecha a Fukuyama para dar una conferencia con el título Fin de la Historia durante el año académico de 1988-1989, enunciada por los profesores Nathan Tarcov y Allan Bloom, del Centro John M. Olin para la Investigación de la Teoría y la Práctica de la Democracia, de la Universidad de Chicago.


Francis Fukuyama. Politólogo estadounidense. Nació en Chicago 1952, en el seno de una familia de origen japonés. Creció en Nueva York, se graduó en Harvard y se doctoró en Filosofía y Letras. Durante su carrera escribió sobre democratización y política económica internacional. Se especializó en la política exterior de la ex Unión Soviética y trabajó para el Departamento de Estado de los EE.UU. Profesor de Economía Política Internacional en la Paul H. Nitze Schooll of Advanced International Studies en la Johns Hoppinks University en Washington.
Desde su cátedra en la George Manson University, ha centrado sus estudios en el rol de la cultura y el capital social en la vida económica moderna.



El fin de la Historia y el último hombre está dividido en 5 partes
En las primeras dos, Fukuyama intenta esbozar una historia universal. Después de establecer las razones para esbozar de nuevo la posibilidad de una historia universal, propone una respuesta inicial al tratar de emplear la ciencia natural moderna como regulador para explicar el carácter orientador y coherente de la historia. La ciencia natural moderna es un punto de partida adecuado porque constituye la única actividad social importante que, por consenso común, es a la vez acumulativa y orientadora, incluso si su impacto final en la felicidad humana resulta ambiguo.
En la tercera parte, el libro presenta una segunda interpretación del proceso histórico, paralela a la primera, al tratar de recobrar al hombre entero y no sólo su aspecto económico. Para hacer esto, vuelve a Hegel y a la interpretación no materialista de la historia, basada en la lucha por el reconocimiento.
La cuarta parte del libro ahonda y proyecta hacia el futuro algunas de las distintas maneras con que el deseo del reconocimiento se manifestará.
Finalmente la quinta parte, trata del “Fin de la historia” y de la criatura que surge del último hombre, es decir, la democracia liberal y su éxito frente a sus enemigos externos. Reconociendo la existencia de contradicciones que la pueden minar como sistema político, problemas que van desde las drogas, los sin hogar, la delincuencia hasta los daños al medio ambiente y la frivolidad del consumismo.
También hace una crítica al realismo político o política de poder de Estados Unidos, principalmente porque atribuye a dicha teoría la convicción de sostener que la inseguridad es un rasgo universal y permanente del orden internacional debido al carácter perpetuo del mismo, sugiriendo que dicho esquema estaría superado por la distinción de un sistema multipolar generado al finalizar la Guerra Fría.

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