15 feb 2008

Vuelo 2225

¿Y tú me preguntas qué tal? soy prisionera de mi vida. Estoy condenada, sin haber cometido ningún crimen.

De qué te sirve el orgullo...tanto pensar y no sentir.
Puedes perder en un segundo el equilibrio y caer al fondo del precipicio.
Mi consejo: "no volar a más altura de la que tengas miedo de caer.


Voy dando pasos vacilantes. Como si estuviese borracha, me dejo llevar por la sensación. Bato mis alas y emprendo el viaje.
"Pasajeros del vuelo 2225 ocupen sus asientos"
En ocasiones llego a mundos inexplorados pierdo el mapa y me equivoco de camino. Aterrizo en parajes inhóspitos, lúgubres, espesos... En un principio resultan ser exóticos y excitantes pero luego se vuelven agobiantes y opresivos.
Se confunden realidad y ficción, ¿estoy lúcida o sueño?
Buscando la respuesta, encuentro otra pregunta que se repite sin cesar una y otra vez:
¿Hasta qué altura se puede volar con las alas rotas?

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