7 abr 2008

Totalitarismos. El fascismo español: un caso excepcional.

En palabras de Robert A. Dahl “la Ciencia Política es el estudio de la política”. Y la política esta envuelta en y de múltiples intereses y precisamente por ello no se define nunca con claridad pese a los intentos (léase J.M. Denquin, M.Duverger entre otros). En el manual Política Comparada de Paloma Román, se recoge que “la política abarca todas las actividades de cooperación y conflicto, dentro y entre las sociedades, por medio de las cuales la especie humana organiza el uso, la producción y la distribución de los recursos humanos, y los naturales y otros, en el transcurso de la producción y reproducción de su vida biológica y social”. Así, se entiende, que las personas quedan distribuidas en dos grupos: el de aquellos que toman las decisiones (me refiero a las elites políticas) y el de aquellos sobre los que recae (las masas). En este sentido, creo que se puede enlazar con la idea de M. Duverger. Él nos habla de una doble creencia popular sobre la política: la de aquellos que la consideran una lucha permanente por conseguir objetivos; y la de aquellos otros que ven la política como la mejor forma de integración social. Pienso que esta dicotomía que depende del papel socioeconómico, unida a la idea de las elites políticas, estriba en que la actividad social que dirigen los líderes de este movimiento (el fascismo) sea o no, es fundamental para el mantenimiento de la sociedad. Ya que en el caso de estas elites su tarea vital es el diseño y la consecución de objetivos para su comunidad (fragüen finalmente o no en sus masas). Es decir, los sistemas totalitarios ejercen su poder controlando no sólo el ámbito político sino todos los ámbitos de la vida social y privada del ciudadano. Además, en palabras de L. Schapiro, él define el gobierno totalitario como: “una forma de gobierno personalizado de un líder y una elite, que trata de dominar tanto la sociedad como la estructura regular legal a la que llamamos Estado”.
Analógicamente, el instrumento por excelencia de la actividad política es el poder. Afirmación que tras el análisis y el estudio del presente tema se corroborada; ya que el poder, es el medio que permite la consecución de los proyectos políticos. A través del cual, las decisiones políticas obtienen la obediencia. Base del compromiso político de estos movimientos, dado de manera progresiva tras la victoria “democrática”, especialmente en Alemania e Italia porque el fascismo español es una peculiaridad que aunque lo intenta no logra arraigarse. "La sociedad española sería, en todo caso, franquista, pero ni falangista ni nacionalsindicalista" (Luis Palacios Bañuelos. Universidad Rey Juan Carlos. Madrid, enero de 2000).
Por otro lado, el ejercicio del poder nos conduce al de la legitimidad (“otra cara del poder”) Así, la legitimidad tiene que ver con la percepción subjetiva que tiene el obediente y que le mueve hacía un comportamiento de obediencia sin resistencia.; que según Weber, se da por tres razones: la traición, la aceptación racional de principios previos y el carisma. Lo cual, ratifica la hipótesis de que el carisma del líder va unido al mito de masa y al mito popular de los líderes fascistas. Aunque sea la masa la que de fuerza al líder, sin el carisma de éste no habrían tenido lugar los fascismos. Ya que es su visión carismática la que les ayuda a “aprovecharse” de la coyuntura económica, política, social y cultural. Pese a que algunos autores pongan en duda su propia existencia. Mi propuesta, viene de hecho rebatida por quienes afirman que el fascismo no ha sido un movimiento político autónomo como una ideología, una cultura y un sistema político propios como el liberalismo o el comunismo más sólo un “epifenómeno” (para escribir esto, cito a Emilio Gentile; contrario a este supuesto). Por tanto, bajo este punto de vista, el fascismo, en consecuencia, sería una total negatividad histórica.
Finalmente, esta idea de legitimidad, se relaciona con dos conceptos: Potestas (vs) Autoritas. En palabras del profesor Prieto, si no me equivoco, la potesta es el poder (desempeñar el cargo) y la autoritas es algo más sutil, deriva del autor. Es una persona por encima de otros, carismática. Y la autoritas da legitimidad junto a la potesta. Tanto Hitler como Mussolini poseen ambas cualidades. Tienen la potestas (el poder) y la autoritas que les da la legitimidad para el triunfo de la revolución fascista. Sin embargo en España la legitimidad se adquiere por golpe de Estado y la revolución fascista nunca se llega a producir pese a ese intento inicial de Franco.
Ya como conclusión final personal, pese que en un principio el tema presentado en esta entrada me eligiera a mí (dado que en el momento de la elección,por descarte,me bombardeara a nivel personal), no pensé que tras la lectura de diversos libros me pudiera interesar el fascismo español. Me ha sorprendido el alto número de ideólogos frustrados que intentaron hacer la revolución en nuestro país.

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